.A veces me siento un poco extraterreste. Me explico.
Leyendo otros blogs, veo que en muchos hogares se hacian platos según la estación del año o según la fiesta de turno. Así en Reyes no faltaban los roscones, en Navidades los polvorones y en Semana Santa las torrijas.....
Pues bien, en mi casa materna ni había roscones ni polvorones caseros y mucho menos torrijas. Y tampoco los echábamos de menos, pues algo que no conoces no lo añoras.
Con el paso de los años, vas viendo que hay un mundo de dulcerío típico ahí afuera y que te resulta totalmente desconocido, pero una vez que lo pruebas, estás perdida. Ya nada volverá a ser igual. Los polvorones de la cajita ya no te saben y los roscones del súper no te llaman la atención.
Y las torrijas ?..pues piensas: " cuanto pan frito hemos tomado en el desayuno de los domingos y a mamá ni se le ocurrió bañarlo primero en leche antes de freírlo..." pero claro, si conocéis los antecedentes lo entenderéis a la primera ( mis hermanas saben de lo que hablo).
Pues bien, llegados a este punto, hice mis primeras torrijas. Si, a los 52 tacos hice torrijas por primera vez. Algo que a much@s os parecerá sorprendente, pero es que yo soy así. Voy dejando lo esencial, lo básico para otro día y ese otro día ha llegado.
Efectivamente, después de 6 años con el blog, no había hecho ni publicado unas sencillas torrijas....
TORRIJAS TRADICIONALES Y TORRIJAS DE CAFÉ
1 barra de pan "reseso" (del día anterior)
medio litro de leche
2 huevos
1 taza de café bien cargado
azúcar al gusto
canela en rama
aceite para freír
Antes de nada y para aromatizarla, ponemos la leche a calentar con la canela en rama. En cuanto hierva, la retiramos del fuego y la dejamos infusionar hasta que esté casi fría.
Cortamos el pan en rebanadas de un dedo de grosor. Mejor del grosor de un pulgar que de un meñique..
Ponemos el pan en una fuente y vertemos la leche por encima de cada rodaja hasta que queden bien empapadas.
Hacemos lo mismo con el café. En este caso hice menos cantidad, pues eran para mí sola.
Ponemos una sartén al fuego con abundante aceite caliente. Tomamos las rebanadas de pan y con mucho cuidado de que no se rompan, las vamos bañando en el huevo y colocando en la sartén.
Freímos de ambos lados hasta que estén doraditas. Dejamos escurrir un poco el aceite sobre un papel de cocina.
Servimos espolvoreadas de abundante azúcar.
A partir de hoy, la Semana Santa en mi casa tendrá otro significado...
Texto y fotografías: Pilar Martínez
© www. lacocinadelechuza.com